jueves, 5 de noviembre de 2009

Tingo María, mi memoria, un verano


Llego, está lloviendo y hay en el ambiente un olor a vegetación húmeda, tan característico de la estación. El paraguas es un adorno, igual me mojo, pero no me importa, incluso era lo que quería, el agua de lluvia que cae sobre mi cuerpo amortigua el calor. Cielo cubierto, nubes cargadas, cargadas de agua, electricidad, cargadas de mis recuerdos, y más. Calles enlodadas, cunetas que parecen miniaturas de los ríos más caudalosos de la amazonía. De pronto para de llover, el cielo se abre en segundos, se torna inmensamente celeste, y el sol brilla con fuerza a lo lejos, el calor aumenta, la pista se seca, los ríos se acaban a lo lejos...
Las maletas, viejas, enormes, para mí, perfectas, hay una azul, siempre me llamó la atención, todavía recuerdo su olor, a cuero guardado, gastado, trajinado. No hay autos, un mototaxista se acerca a ayudarnos con el equipaje, llama a mi madre por su nombre, y le pregunta si vamos a la casa de mi abuelo, su vehículo es una simbiosis entre una motocicleta y un triciclo, un neumático delantero y dos traseros, cubierto de plástico para no mojarnos, parecería que entran sólo dos personas, pero recuerdo que alguna vez fuimos cinco o seis. Se enciende la moto, su ruidoso motor me agrada, de donde vengo no lo escucho para nada, nos dirigimos a la esquina del jirón Chiclayo con el jirón Ucayali, la moto se tambalea con cada bache, en algunas calles hay mas baches que calle, yo feliz, siento que estoy en una mini montaña rusa. En menos de cinco minutos llegamos a destino, bajo de un salto, me embarro, corro por un puente que va encima de la cuneta, voy por la vereda, paso el jardín que cuida mi abuelo, llego a la puerta, abierta, siempre abierta y...
... ¡ahi está! ¡mi abuelo! siempre está ahí cuando llegamos, sentado en su perezoza, mirando la televisión o simplemente mirando a través de la puerta, con sus pantalones plomos y su camisa clara y fresca. Lo abrazo, le doy un beso y grito a los cuatro vientos que ya llegamos, me sonríe, y en su rostro se mueve de manera graciosa su tupido bigote, sus arrugas se acentúan, se ve feliz, su hija y sus nietos ya llegaron...
La casa, hace diez años que no la veo, pero la guardo vivamente en mi memoria. Una puerta doble de madera en la entrada, unos años después pusieron delante de ella una reja roja delgada. No hay ventanas, la luz se escabulle por una rendija entre la pared delantera y el techo, imagino por eso siempre tenía la puerta abierta, Una perezoza, una mecedora, el primero en llegar elige cual, siempre nos peleamos por la perezoza, un televisor viejo en blanco y negro, sobre un mueble de fierro de una máquina de coser antigua con una tela encima, una alacena grande cubre una pared, y varios espacios cúbicos cubren otra, una vitrina mediana en la tercera, la casa de mis abuelos otrora fue una bodega, no puedo sino imaginarla, ¡qué bodega debió haber sido! llenas las alacenas de productos de aquella época. Hoy sirven para guardar las cosas de mis abuelos, sobre todo telas de mi abuela, ¡una magnífica costurera!. Hay un mostrador, detrás del cual antendían a los clientes, hoy nos sirve de mueble, ¡jugué en él tantas veces!. Un pasadizo, se me antoja largo, oscuro. Al inicio, a la izquierda un descanso, una mesita con las guías y el teléfono, la pared es la agenda, reconozco mi teléfono en tinta negra. A la derecha el cuarto de mis abuelos, la puerta es una cortina, color claro y diseño floreado, una cama de dos plazas, colchón duro y almohadas planas, como le gustan a mi hermano, un mueble, varios cajones, la derecha de él la izquierda de ella, en el primer cajón de él esconden los chocolates, encima un televisor de doce pulgadas, a colores, ¡deben haber sido cientos las veces que me eché con mi abuelo a ver el chavo, y nos carcajeábamos hasta el cansancio! una mesa de noche a cada lado, en la de mi abuelo, un colección de monedas dentro de una alcancía (ahora sé que eran las monedas que no pudo cambiar con el cambio de moneda de los años ochenta). Otra cortina dentro del cuarto lleva al baño, un lavabo, un inodoro, y una ducha, oscuro, siempre oscuro, una pared de ladrillos con diseño hueco deja ver el cuarto de al lado. De vuelta al pasadizo, al final otro cuarto, chiquito, con dos camas de una plaza, el techo de calamina, unas veces gotea, otras veces se escucha cuando los gatos caminan, aquí la luz del día se filtra por las calaminas traslúcidas de la cocina, no es oscuro, pero la luz es extrañamente amarilla. Un puerta al final da al comedor, semi abierto, una mesa grande y pesada, sillas diversas, unas grandes otras pequeñas, al fondo, la refrigeradora, y un congelador, sin ellos nada resistiría este calor, a la derecha una vez entrado al comedor, se encuentra la cocina, pequeña, iluminada, repisas altas y bajas y un mueble largo con mallas en las puertas, en ella mi abuela hace maravillas. Hacia afuera, la lavandería, dos lavaderos grandes, mi ducha de todos los días!, ahí jugamos carnavales, ¡parecía como si andáramos en calzoncillo o trajes de baño toda la vida! una escalera lleva al techo, debajo de ella un pequeño baño, una ducha baja, y mi mamá se encontró con un sapo, un portón enorme y rosado? una puerta a la casa de al lado, un huerto/jardín al otro lado. Las escaleras de cemento, arriba una casa sin puertas ni ventanas, nueva, el hogar de un murciélago, que acompañaba a mis padres las noches de verano, antes, no había límite entre el techo de mis abuelos y el de sus vecinos, subíamos y paseábamos por todos los techos jugando, hasta que un grito nos bajaba volando.
Las semanas se pasaban demasiado rápido, antes de caer en cuenta teníamos que regresar, nunca quería, siempre me quise quedar, seguir jugando, seguir soñando. Las despedidas, no las recuerdo, no me gustaban, por qué hacerlo. ¡Cómo extraño Tingo María y sus veranos!, ¡su paisaje verde y su cielo extremo celeste!, ¡cómo te extraño abuelo, cómo te extraño!

lunes, 2 de noviembre de 2009

Kundera y mi tiempo


Volviendo a mis raíces, releyendo a Kundera, es imposible cansarme de leer las livianas y profundas novelas de este incomparable escritor checo. Estuve pensando qué leer después de devorarme 10 cuentos que una editorial dice fueron recomendados por Cortázar... muy buenos, lo que hace muy creible que él los haya recomendado, para los interesados se llama "Cuentos Inolvidables"... bueno, antes de seguir divagando, como decía despues de leer esos cuentos, no sabía que leer, y no me animaba a dar una vuelta por la librería y volver a gastarme todo mi dinero en libros (una vez que entro en una librería, no salgo hasta quedarme sin nada!), así que agarré el conjunto de ensayos del maestro que tituló "El arte de la novela", así releyendo lo que se me antoja es una especie de paseo histórico por la historia de la novela europea contemporánea desde el muy particular punto de vista del autor, caí en ese círculo vicioso de querer leer todas la novelas que ahí menciona y no he leído todavía... Y así, devanándome los sesos pensando en cómo compraré tantos libros, fui dándome cuenta en lo mucho que disfruto la lectura, y la enorme cantidad de autores y obras que me quedan aún por leer, es que el mundo de la literatura parece no tener fin, a veces me imagino a mi mismo dentro de una pintura surrealista al estilo Dalí rodeado de libros en un cuadro repleto de ellos, con un motón de ojos para poder leerlos todos y relojes detenidos, para tener el tiempo suficiente para leerlos... lo llamo "el lector disociado", si supiera pintar lo plasmaría, pero no nací con ese talento, ni tengo la paciencia para aprenderlo. Mientras me hundo en el lenguaje de Kundera, pensaré en cómo detener el tiempo, y hacer lo que se me antoja, leer hasta que me sangren los ojos, por que sé que aún deteniendo el tiempo, no podre leerlo todo...

miércoles, 28 de octubre de 2009

Finito


Me pareció curioso que hoy, justo hoy, empezara a divagar y dar vueltas en mi mente pensando sobre la muerte, por ninguna razón, me vi a mi mismo encimismado en pensamientos oscuros sobre el final de la vida, y lo que sea que eso significa. Pensaba en lo aleatorio de la muerte, en cómo no hay forma de evitarla, en cómo culturalmente, a lo largo de milenios, desde que el ser humano se desarrolló socialmente le tememos a la muerte, desde la primeras culturas hasta nuestros días le atribuímos diversas características, desde que la muerte es el final, hasta que es sólo un "viaje al más allá", con una variedad casi fantástica de versiones de ese "más allá". He visto morir a agunas personas, de varias maneras, aunque todas lentas, no creo que haya una forma de morir rápido, sólo se muere, y así dure unos segundos, esos segundos pueden ser eternos...
La muerte me intriga, es un misterio que lleva milenios sin resolver, hasta ahora sabemos que somos mortales, sabemos que hay un gran número de causas de muerte, pero no sabemos porqué morimos, y me refiero al porqué no al de qué, y es que me cuesta entender que todo sea finito dentro de un universo supuestamente infinito, no logro concebir que seamos la punta de un iceberg de seres vivientes de todos los tipos y colores, pero todos mortales, que vivamos confinados temporalmente en un mundo que parece ser único, y que cada vez está mas sobrepoblado y gastado, que siendo el universo infinito, no podamos haber sido también nosotros infinitos, y estar rodeados de planetas con codiciones para sostener la vida como la conocemos en la Tierra, y colonizar el universo, ir creciendo hacia el infinito juntos. Se imaginan que no sólo estudiemos la historia por lo que cuentan los libros? sino por boca de sus propios actores? o mejor aún que los grandes escritores no mueran nunca y sigamos disfrutando de cuanto arte siga saliendo de ellos? o que mentes brillantes sigan desnudando los secretos del universo y su física?...
Así, mientras mi mente divagaba sobre lo que pasaría si no murieramos, e imaginaba un universo perfecto lleno de gente genial, no tardé en darme cuenta que no sólo es utópico, sino también sería caótico. Y es que, lamentablemente, como todo buen libro, como toda buena historia, para que algo sea bueno, para que algo valga la pena, debe tener un final. De ahi que, haciendo uso de la más falaz de las falacias, infiero lógicamente que el universo es finito como lo somos nosotros, como lo será algún día cada vez más cercano la humanidad...
Justo hoy, que celebro mi nacimiento, me puse a pensar en la muerte. Feliz cumpleaños...

viernes, 28 de agosto de 2009

Confieso que...

... me estoy sumiendo de nuevo en un remolino negro, me siento solo, no estoy solo, pero este remolino me arrastra hacia una soledad que no busco, y sin embargo me dejo llevar. No opongo resistencia, pienso que sería fútil, me apoyo en mis recuerdos de un tiempo que siento fue hace mucho, si bien no es muy lejano, cuando disfrutaba de mi capacidad de abstracción en mi mundo interno donde únicamente puedo entrar yo. He vuelto a deambular por las sórdidas calles de Lima, casi sin rumbo, dejándome llevar a veces por su collage de ruidos, o por su variopinta mezcla de aromas, termino, como solía hacerlo hace algunos años, en algún café leyendo y bebiendo, o sentado en alguno de los escasos rincones tranquilos escribiendo en mi mente y olvidando. Después de mucho, volví a ir al cine solo, por el puro gusto de distraerme y disfrutar de alguna película, ya no lo disfruto como antes, no sé si por falta de costumbre, o porque las películas son cada vez más predecibles y comerciales. Nunca fui al teatro solo, estoy pensando que quizá deba hacerlo, buscando otro aire. Si bien estoy familiarizado con todo esto, debo confesar que tengo miedo, de aislarme más de lo debido, de encerrarme dentro de mí mismo y perderme en mi propio laberinto; ya no tengo el valor ni la curiosidad de antes, me acostumbré a este mundo "real" que si bien es insulso y aburrido, es más fácil de llevar. No me malinterpreten, no estoy deprimido, sólo estoy aburrido, lamentablemente me aburro muy rápido.

sábado, 22 de agosto de 2009

Quiero... puedo

Quiero una red bull, quiero. Quiero mezclarla con whisky y hielo, quiero. Quiero salir esta noche, bailar hasta el amanecer y no sentirme cansado, quiero. Quiero desayunar mañana temprano, un pan caliente con poca mantequilla y una café del bueno recién prensado, quiero. Quiero dormir y soñar, soñar y jamás despertar, quiero. Quiero tener tiempo para todo, no, es más, quiero poder congelar el tiempo, sólo a veces, quiero. Quiero viajar al pasado, vivir en carne propia lo que he leído, quiero. Quiero verme en el espejo y no ver nada, sin reflejo, pero con alma, quiero. Quiero saberlo todo, tocar un libro y llenarme de su contenido, quiero. Quiero establecer un nuevo límite entre lo real e imaginario, quiero. Quiero limpiar el mundo de armas, curar la pobreza, curar al planeta, quiero. Quiero tenerla a ella, abrazarla a diario, decirle que la amo, quiero. Quiero una isla tropical para mi solo, construir una cabaña con mis manos, quiero. Quiero volar, quiero. Quiero hacerlo, puedo.

miércoles, 3 de junio de 2009

Esa camisa roja ya apesta!

Me sigue sorprendiendo todo de lo que puede ser capaz el cuasi dictador venezolano Hugo Chávez, ya no se contenta con perpetuarse en el poder en el país llanero, no le basta con llenarse los bolsillos de petrodólares y petrobolívares, no es suficiente que su no tan agraciada cara salga en casi todos los medios de comunicación de su país (medios que sin escrúpulos estatizó, o mejor dicho chavizó), si no que ahora sube de tono cada vez más su discurso "bolivariano", ese que practica todos los días frente a su espejo mágico (el que le dice que es el más bonito del reino, y si dice que hay alguien más bonito lo manda enjuiciar, encarcelar y desaparecer del plano político), ya no le habla a los venezolanos, si no que con su complejo de Simón Bolívar del siglo XXI quiere ser algo así como el presidente de Latinoamérica.
Imagínense que su desquiciado sueño se convierta en realidad, y se vuelva en nuestra pesadilla, imagine usted que todos los días prende su televisor y ve esa cara con la misma camisa roja escarlata, tener que escuchar casi por obligación sus maratónicos discursos sobre todo lo que se supone él ha logrado para nosotros ó tener que soportar sus interminables críticas a los pocos valientes que se plantan delante. Gracias a Dios que no soy venezolano, hace años que me hubiera pegado un tiro con tal de no volverlo a ver...
Pero todavía hay gente con los cojones bien puestos que le hace frente, gente que no se deja llevar por el populismo que practica, gente a la que no le basta con poder invadir una casa, o con recibir subsidios engaña poblaciones del gobierno. Todavía hay un sector lúcido en Venezuela, apoyado por los Latinoamericanos sapientes que defienden sus estándares de liberalismo y mercantilismo. Gracias por MVLL y compañía,que demostraron que pocas personas preparadas pueden contra ese montón de personas desinformadas y manipuladas por el régimen chavista.

sábado, 30 de mayo de 2009

Día gris

A mi Lima me gusta más cuando su cielo está gris, me encanta que esté tan nublado que apenas deje pasar la luz, me gusta que esté tan húmedo que la sensación de frío sea mayor y que la neblina sea tan espesa que no se vea más allá de la esquina. Me gusta, es melancólico y deprimente, pero me gusta, en esos días grisáceos me invade una tristeza inexplicable, que me abstrae a mi mundo interior, dando rienda suelta a mi imaginación. En esos días oscuros y sombríos, los demás se deprimen tanto como yo, y la ciudad calla, se hace el silencio, aunque sea sólo por momentos, aunque sea sólo entre una bocina y un freno, se hace el silencio, y entonces me escucho pensando, oigo mi yo interno y divago entre mi ello y mi súper yo. Si pudiera, si supiera, pintaría ese cielo gris, sólo para plasmarlo en un cuadro, inmovilizarlo, tenerlo siempre conmigo para cuando quiera recordarlo; no pinto, así que trato de grabar la imagen en mi cada vez más frágil memoria, le hago un espacio entre un poema de Neruda y una serie de televisión insulsa. Entonces, cuando el calor y la excesiva luz de un día soleado me abruman, cierro los ojos e imagino una mañana limeña en invierno, apagando el sol con la mente y bajando el volumen de la gente, aunque sea sólo por un momento.

jueves, 28 de mayo de 2009

Mejor una grande, que muchas pequeñas...

Después de varios días buscando un por qué a la generalizada ignorancia de nuestra sociedad, a esa desesperante desinformación de los limeños y en general de todos los peruanos, caí en cuenta que aquel que logre encontrar una respuesta, una sola, se hará merecedor de un gran premio, un nobel quizá, el Arnalfi, o el Príncipe de Asturias, porque es en realidad algo casi indescriptible, somos una sociedad de incultos, donde el arte (ya sea cine, teatro, literatura, pintura, escultura, etc) está relegado al último asiento del bus, en esta grisácea capital de sudamérica más vale ir a un concierto de cumbia o reggaeton (géneros musicales que me gustan, y no les tengo nada en contra) que ir a ver una obra de teatro, o la presentación de un libro. O viceversa, hay quienes se jactan de ir a conciertos de música clásica, óperas y teatros, pero que jamás han tenido siquiera la curiosidad de oír un huayno. Y es que tenemos cultura en el país, y de sobra, pero lo que nos falta en tener una mentalidad abierta, a lo nuevo, a lo desconocido, sería genial que aquellos que disfrutan de una pieza de Mozart, también gusten o al menos se atrevan a oír música andina. Tenemos que esperar a que un europeo nos diga que tenemos un rico legado cultural para darnos cuenta de lo que estuvo siempre frente a nuestras narices, son pocos aquellos que pueden disfrutar de ambas "corrientes culturales" (que no lo son, si no que nuestra sociedad separatista así lo divide), y ellos se convierten en eslabones de una cadena que por largo tiempo estuvo separada, esos pocos, hijos de ésta ciudad alborotada en los que se funden casi todas las formas y expresiones de cultura nacional e internacional, son los que me dan esperanzas de que en un futuro no muy lejano, Lima y el Perú sean el seno de una cultura multisocial y no de un montón de expresiones dispersas e indisolubles entre sí.

lunes, 23 de febrero de 2009

A mar

Cómo me encanta verte, tocarte, disfrutarte! el poder sentir el suave olor a puerto que de ti emerge, el rodearme en las mañanas de tu bruma, el caminar descalzo en la arena de tu orilla, y que me arrulle el rumor de las olas cuando duermo, adoro bañarme en tu inmensidad azul, que aunque fría, me acaricia. Amo nadar en tus playas, sentir que una onda me revienta en el pecho desnudo, como una muestra de tu fortaleza, y el agua fresca y helada resbalando por mi cuerpo entero, mojando cada centímetro de mi ser, alimentando mi alma de tu salvaje y poderosa hiel. Y luego la calma, que se acopla de manera perfecta a tu ambigüedad, que puede destruir de un momento a otro, o bien nos inunda de una apacible calma que relaja nuestras mentes estresadas. Es que no puedo vivir sin tí, cuando nos separamos me aislo y deprimo, sólo tú me entiendes, sabes que el agua salada que recorre mis venas se acelera en tu presencia y que mi corazón al ritmo de tus corrientes la bombea, que sentirte cerca me alimenta el espíritu y despierta en mi sentimientos nuevos y placenteros, sabes bien cuánto te deseo, y que sin importar cuán lejos estemos siempre llegaré a ti y nos confundiremos en un baile eterno...

viernes, 20 de febrero de 2009

Desnudez

Siento que algo me pesa mucho, como si tuviera el mundo a cuestas, se me hace difícil caminar, cada paso me cuesta cada vez más, no avanzo ni diez metros y ya siento el sudor correr por mi cuerpo, estoy casi sin fuerzas... No estoy cargando nada, qué rayos me pasa!? será que mi ropa pesa una tonelada? me cuesta respirar, me estoy sofocando, me quito el polo, no sin esfuerzo, y siento un alivio en el pecho, mi caja torácica por fin se ensancha y llena de aire, me quito los zapatos, el pantalón, las medias y la ropa interior... Libertad!, ahora moverme no me cuesta nada, me siento ligerísimo, no peso nada, casi puedo flotar... Siento con mis manos mi piel, antes sudaba, ahora se siente tersa, suave, perfecta, busco un espejo y veo cada detalle de mi cuerpo, tan bello e imperfecto, me encantan los detalles finos tanto como los grotescos. Empiezo a saltar de alegría, ya casi no puedo con tanta dicha, si tan sólo me hubiera dado cuenta antes de lo que me perdía tratando de ocultar tanta armonía, si tan sólo antes me hubiera revelado ante esta sociedad que condena, señala y separa a los que no le agradan, a los que no entran en su formato tan estricto y cerrado, y nos obliga a los que por sí solos pensamos a separarnos, enajenarnos... Pero hoy mi mente no alberga rabia ni resentimiento, hoy disfruto de cada momento a solas con mi cuerpo tan desnudo, tan descubierto...

viernes, 6 de febrero de 2009

Mundo mágico

No les ha pasado, que una vez que encuentran un buen libro (tarea harto difícil) no lo pueden soltar, y que antes de darse cuenta están metidos en su mundo? Un mundo donde todo, TODO es posible, un mundo donde si bien el autor nos guía por un camino, el resto depende absolutamente de nuestra imaginación, y de pronto estamos de vuelta en la edad antigua vestidos con una toga griega, bebiendo vino y en medio de una orgía; o en la edad media, montando un caballo y vistiendo una reluciente armadura; podemos ser prisioneros en un campo de concentración en la segunda guerra mundial; estar en un mundo de fantasía rodeado de elfos, ogros y enanos; o atravesar un espejo y en otro mundo encontrarnos.
Son infinitas las posibilidades cuando se suman la imaginación de dos personas (lector y autor), y tantísimos los campos que explorar, ciencia, ficción, historia, social, político, mítico, etc. y aún todas las combinaciones posibles creando nuevos géneros y subgéneros literarios que fácilmente se acomodan a la necesidad del escritor y al gusto de su público.
Lloramos, reímos, nos molestamos, soñamos, disfrutamos, nos excitamos, vivimos con cada palabra, cada frase, cada historia. Por el momento que sea necesario nos abstraemos de nuestro mundo, que se nos torna monótono, simple y aburrido, queremos más, y leemos más. Dejamos atrás el estrés, los problemas, las responsabilidades, y nos damos el gusto de leer y soñar despiertos. El escape perfecto.
No saben cuánto agradezco a mi padre por haberme reglado mi primera colección de libros, se llama "El tesoro de los niños" probablemente tenía entre seis y ocho años, mi imaginación volaba por sí sola, y cuando leía, por horas de horas, sentía como mi mente exponencialmente crecía, y quería cada vez más, leía libros de historia y geografía de mi madre, muchas cosas no entendía, y mi inventiva llenaba los vacíos. Recuerdo que me encantaba leer sobre el espacio, los astronautas (soñaba como todo niño con llegar a la luna), las estrellas, nuestra historia, sobre Grecia y Roma. Algunos años después mis padres compraron una colección de novelas (como cien títulos) todas sobre aventura y misterio! Conocí a Sir Arthur Conan Doyle, a Mark Twain, Alexandre Dumas; un día era un forajido armado con arco y flecha ayudando al rey Ricardo Corazón de León a recuperar el trono de Inglaterra, otro era un náufrago en un isla enseñando a hablar a Viernes, o un detective en Londres que fuma opio y resuelve casos que parecen imposibles!
Me dí cuenta a temprana edad, que leyendo, los mundos y las posibilidades no tenían fin. Y luego, una tarde regresaba de jugar con otros niños, e iba a casa con la intención de continuar mi lectura, me senté frente al libro y al verlo cerrado me pareció muerto, inerte, y desde entonces pienso que nosotros le damos vida a los libros, sus historias y personajes, que abriéndolos y leyéndolos los vemos nacer y crecer, para luego morir en las últimas líneas, y empezar una espera que termina cuando otro lector los abra y reviva.
Soy fanático del mundo mágico de los libros, y sólo me queda decirles, que si sienten que el estrés y la rutina está acabando con su vida, o están simplemente aburridos, abran un libro, entren en su historia, naden en sus páginas, liberen sus neuronas, denle rienda suelta a su imaginación y disfruten de ese viaje que los llevará por lo desconocido sin ningún peligro y los liberará de su mundo aburrido.

domingo, 25 de enero de 2009

Placeres

Hoy quiero decirles lo bueno que es disfrutar de los placeres de la vida. Me levanté con una extraña sensación en el estómago, no era solo hambre, era algo más, mi apetito me exigía algo especial, de pronto empecé a salivar de sólo recordar la corvina en salsa de pulpo que comí en Ilo hace un mes aproximadamente, o de pensar en los postres deliciosos de Tanta, o el chicharrón que comí en Chincha hace algunos años; y así me siguieron viniendo a la mente recuerdos de comidas que hicieron vibrar a mi paladar, y acordándome no sólo de buenos restaurantes sino también de aquellos peruanísimos "huariques", donde siempre se come bien.

Luego de ese deleite mental casi masoquista dado que estaba en mi cama y eran las 9 de la mañana, empecé a divagar sobre distintos placeres: una buena siesta, bellos paisajes, arte, y por supuesto sexo...

Por ejemplo me acordé de la chacra de mi familia en el valle de Ilo, un olivar, donde solíamos pasar algunos fines de semana, entre buena comida y mejor compañía, en dicho lugar hay unas hamacas amarradas a viejos olivos, no muy lejos de la casita de la chacra, donde debo haber tenido las mejores siestas de mi vida, eran después de bañarme en el estanque y comer los ricos potajes preparados por mi madre, abuela y tías, me echaba en una hamaca, por la que había que pelear por supuesto, habían sólo dos o tres, y una vez en ella, me dejaba llevar por el vaivén, el aire fresco lleno de naturales aromas, y el arrullante sonido del viento sobre las hojas de los olivos... ¡qué placer!

Ahh y los atardeceres, el sol escondiéndose en el mar de Ilo, visto desde la bahía, con todas las bolicheras adornando ese hermoso paisaje de puerto pesquero; o el cielo anaranjado que sirve de marco para la Bella Durmiente en Tingo María...

Y cómo no mencionar a Neruda y esa excitante experiencia que me significó leer "Confieso que he vivido", y haber casi sentido lo que aquel maestro de la poesía sentía...

Ahh y el sexo, cuando no el sexo, siempre en mi memoria, con gratos recuerdos, experiencias hermosas. Pero ésas, mejor me las reservo.