sábado, 30 de mayo de 2009

Día gris

A mi Lima me gusta más cuando su cielo está gris, me encanta que esté tan nublado que apenas deje pasar la luz, me gusta que esté tan húmedo que la sensación de frío sea mayor y que la neblina sea tan espesa que no se vea más allá de la esquina. Me gusta, es melancólico y deprimente, pero me gusta, en esos días grisáceos me invade una tristeza inexplicable, que me abstrae a mi mundo interior, dando rienda suelta a mi imaginación. En esos días oscuros y sombríos, los demás se deprimen tanto como yo, y la ciudad calla, se hace el silencio, aunque sea sólo por momentos, aunque sea sólo entre una bocina y un freno, se hace el silencio, y entonces me escucho pensando, oigo mi yo interno y divago entre mi ello y mi súper yo. Si pudiera, si supiera, pintaría ese cielo gris, sólo para plasmarlo en un cuadro, inmovilizarlo, tenerlo siempre conmigo para cuando quiera recordarlo; no pinto, así que trato de grabar la imagen en mi cada vez más frágil memoria, le hago un espacio entre un poema de Neruda y una serie de televisión insulsa. Entonces, cuando el calor y la excesiva luz de un día soleado me abruman, cierro los ojos e imagino una mañana limeña en invierno, apagando el sol con la mente y bajando el volumen de la gente, aunque sea sólo por un momento.

jueves, 28 de mayo de 2009

Mejor una grande, que muchas pequeñas...

Después de varios días buscando un por qué a la generalizada ignorancia de nuestra sociedad, a esa desesperante desinformación de los limeños y en general de todos los peruanos, caí en cuenta que aquel que logre encontrar una respuesta, una sola, se hará merecedor de un gran premio, un nobel quizá, el Arnalfi, o el Príncipe de Asturias, porque es en realidad algo casi indescriptible, somos una sociedad de incultos, donde el arte (ya sea cine, teatro, literatura, pintura, escultura, etc) está relegado al último asiento del bus, en esta grisácea capital de sudamérica más vale ir a un concierto de cumbia o reggaeton (géneros musicales que me gustan, y no les tengo nada en contra) que ir a ver una obra de teatro, o la presentación de un libro. O viceversa, hay quienes se jactan de ir a conciertos de música clásica, óperas y teatros, pero que jamás han tenido siquiera la curiosidad de oír un huayno. Y es que tenemos cultura en el país, y de sobra, pero lo que nos falta en tener una mentalidad abierta, a lo nuevo, a lo desconocido, sería genial que aquellos que disfrutan de una pieza de Mozart, también gusten o al menos se atrevan a oír música andina. Tenemos que esperar a que un europeo nos diga que tenemos un rico legado cultural para darnos cuenta de lo que estuvo siempre frente a nuestras narices, son pocos aquellos que pueden disfrutar de ambas "corrientes culturales" (que no lo son, si no que nuestra sociedad separatista así lo divide), y ellos se convierten en eslabones de una cadena que por largo tiempo estuvo separada, esos pocos, hijos de ésta ciudad alborotada en los que se funden casi todas las formas y expresiones de cultura nacional e internacional, son los que me dan esperanzas de que en un futuro no muy lejano, Lima y el Perú sean el seno de una cultura multisocial y no de un montón de expresiones dispersas e indisolubles entre sí.