domingo, 21 de febrero de 2010

Cazador

La luz me atrae, quiero llegar a alcanzarla, corro tras ella, trato de agarrarla, entre mis dedos se escapa, como si de repente fuera un líquido dorado fluyendo en el cielo… no consigo atraparla, es escurridiza la muy maldita, sigo corriendo tras ella, pero cada vez la veo más lejos, la fatiga empieza a adueñarse de mi cuerpo, sudo mares, mis músculos se agarrotan, mi vista se nubla, ya empiezo a sentir que tiemblan mis piernas y la luz se aleja… en mi estado pseudoconciente caigo en cuenta que la luz no corre por correr, si no que huye de la oscuridad, que la está alcanzando, puedo sentir su desesperación, el nerviosismo de la luz es tan nítido ahora que acelera mi corazón, la entiendo, yo también huiría de la oscuridad, que como un manto negro gigantesco va cubriéndola, apagándola, asfixiándola… pasan pocos minutos y la luz es ya sólo un punto a lo lejos, ya dejé de correr, se que alcanzarla no puedo, no mientras huya de la oscuridad, y todos los días huye de la oscuridad, me apena saber que para mí la luz será siempre inalcanzable, a no ser que… que yo cace la oscuridad…

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